sábado, 9 de julio de 2011

Pinceladas del carisma y espiritualidad janeriana, CONTINUACIÓN...


3.- Contemplación del Verbo encarnado: Jesús, el Verbo encarnado, está presente en medio nuestro bajo apariencias humanas y bajo los signos visibles del Pan y del Vino.   
La Me. Ana María Janer, hace de esta experiencia espiritual y fundamental, la piedra filosofal de su vida, la piedra preciosa que le hace vender todo lo que tiene para a ofrecer este tesoro a los demás, de esta forma ella entra en comunión con el Dios vivo y su plan de salvación.

"El núcleo de la experiencia janeriana es el amor de Dios manifestado en la humanidad y en el proceder misericordioso de Jesucristo a favor de los hombres. Los ojos y el corazón de Ana María Janer contemplan este misterio en la humanidad concreta, palpable y real en las personas que sufren y tienen necesidad a las que ella consagra por entero su vida".    (CEM 1.1)

Contemplar cómo Dios está presente en las personas y cosas, en toda la creación y mirar nuestro mundo como lo está viendo Dios en este momento, es un estilo de vida que nos trasmite la Me. Janer. Descubrir cuáles son las necesidades más urgentes, hacia dónde se dirigiría Jesús, a qué persona le diría, “hoy iré a tu casa”, porque necesitas mi servicio, solidaridad o compañía, es el mismo estilo evangélico que hace propio Ana María Janer
Contemplar no solo es ver las necesidades del mundo y orar por ellas, sino también es actuar, porque el amor es dinámico y creativo. También nos invita a  maravillarnos de las obras hermosas que Dios ha realizado por nosotros: la vida que existe en la naturaleza, en la belleza de una flor, en el perfume de los campos, en la suavidad de la brisa, en la armonía que hay entre los días y las noches, y tantas otras cosas. En siempre y en todo, Dios vive porque “ES” y “ESTÁ”, en un eterno presente.

 
Ejercicio de "contemplación para alcanzar amor" (EE 233)
que realizaba la Me Janer y que año a año 
practican las religiosas de la Sagrada Familia


4.- Mantener la presencia de Dios: la espiritualidad es una relación dinámica, y desde la experiencia con Él nos envía a la misión, a nuestro trabajo, “con Él, por Él y para Él”. Nos pide estar disponibles para amarlo y servirlo. Dios está presente siempre, aunque nos cueste reconocerlo, Él está, es el eterno presente.

Si de verdad queremos vivir una auténtica espiritualidad, tenemos que estar con Él, "en sus cosas". Y de la abundancia del corazón, hablarán nuestros labios.  En la medida en que realicemos este ejercicio de descubrir a Dios en medio nuestro, cada vez lo iremos detectando con mayor facilidad, hasta estar en su presencia como en un estado permanente. 


  
El hecho de saber que Dios nos mira continuamente, no es para juzgarnos o castigarnos, sino que nos cuida e inunda con su amor y gracia para poder hacer frente a todos los peligros de cada día, de las invitaciones a desviarnos del camino verdadero que recibimos de múltiples formas cada día.
Mantener esa presencia de Dios en nuestra vida es un don y una tarea, y como tal, nos pide comenzar de nuevo cada día, hasta que alcancemos este estado de ver y experimentar continuamente a Dios que me mira (y yo lo miro) y realiza todo conmigo.




 Aunque no lo experimentemos siempre sensiblemente, Él está, nos lo narra maravillosamente el poema "Huellas en la arena" de un poeta anónimo.

La Me. Janer aconsejaba, lo que ella practicaba:
"Procuremos guardar la presencia de Dios que en la oración hayamos conseguido" amj

Presencia de Dios, "siempre y en todo"






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