viernes, 17 de junio de 2011

UN CARISMA QUE SE COMPARTE

En la Iglesia tenemos muchas vidas ejemplares, que nos demuestran que la vida cristiana es posible y real en el día de cada día. Solo se nos pide estar atentos a la voluntad de Dios ¿qué quiere Dios de mí hoy?, para ello hemos de escuchar su voz a través de nuestras oraciones y momentos de reflexión sobre nuestra existencia. ¿para qué estoy en este mundo? ¿por qué existo?
A veces queremos imponerle a Dios nuestros propios planes y proyectos pero que no son agradables a él. ¿Es que Nuestro Señor nos manipula?, en absoluto, el ha querido siempre lo mejor para nosotros desde la creación del mundo, somos nosotros los que intentamos de mil maneras que el mundo gire al revés.
La venerable sierva de Dios, Ana María Janer, sabía muy bien que los caminos de Dios no son nuestros caminos, generalmente egoístas y con actuaciones en solitario. Ella entiende que Nuestro Señor tiene un proyecto de amor para cada uno de nosotros y que nuestra felicidad está en saber aceptar con fe y esperanza lo que él nos tiene preparado.

"Dios tiene muchos caminos para hacer santos" AMJ. Con esta frase, la Madre Janer, intentaba dejarnos claro que todo lo que realizamos por amor a Dios, tiene resplendor de bondad y misericordia, porque los carismas que regala a la Iglesia son múltiples y todos colaboran al bien de los hermanos y para la edificación de nuestra Iglesia.
El carisma con que Dios bendice a Ana María Janer es un don "para el servicio de los hermanos necesitados, viendo en ellos la persona de Jesucristo", fundamentado en la frase evangélica: "todo lo que hicisteis por uno de éstos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicisteis".
Este carisma que se comparte con todos los hijos de Dios, es para el bien de toda la Iglesia y para que podamos hacer el bien en nuestra vida diaria cuando nos encontramos con rostros que en su dolor, sufrimiento, soledad o enfermedad, nos reflejan el mismo rostro de Cristo, desde lo más simple a lo más complejo: una sonrisa, un saludo, una pregunta de cómo se encuentra, un momento de compañía, etc... Nadie es tan pobre que no pueda dar nada de sí mismo, ni nadie es tan rico que no necesite nada de los otros.

Todos tenemos dones diferentes, para el bien de los demás, si este lo ponemos al servicio de nuestra querida Iglesia, podemos seguir haciendo realidad el único mandamiento de Jesús: "amaos los unos a los otros como Yo os he amado"

No hay comentarios:

Publicar un comentario