sábado, 23 de julio de 2011

¿TENDRÁS TIEMPO?


Reflexionemos juntos un relato sobre el grande amor de Dios por nosotros.

"Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras, aunque fuera unas cuantas palabras, preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer.




Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa para ponerte e ir al trabajo.

Seguí esperando de nuevo, mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habrían unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras: "¡Hola!", pero estabas demasiado ocupado.

Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé paciente todo el día.
Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado para decirme algo.

Pero está bien, aun queda mucho tiempo.

Después encendiste el televisor, cenabas, pero nuevamente te olvidaste de hablar conmigo y nada. A la hora de dormir, creo que ya estabas muy cansado.

Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en tu cama y casi de inmediato te dormiste, no hay problema, porque quizás no te das cuenta de que siempre estoy ahí para ti.

Tengo más paciencia de la que te imaginas.
También quisiera enseñarte como tener paciencia para con otros.

Te amo tanto que espero todos los días por una oración, un pensamiento o un poco de gratitud de tu corazón. Bueno, te estás levantando de nuevo, y otra vez esperaré sin nada más que mi amor por ti, esperando que el día de hoy me dediques un poco de tiempo"

¡Que tengas un buen día!
                                   Tu amigo Jesús...   

viernes, 15 de julio de 2011

ÚLTIMA PARTE, de las pinceladas del Carisma y Espiritualidad janeriana



5.- Memoria agradecida: supone recordar las atenciones y gestas de Dios en nuestra vida, la memoria es el sacramento vivo de la experiencia de Dios. Jesús nos invita a “haced esto en memoria mía”, como un recuerdo perpetuo de su gesto de amor derramado por nosotros.  
Este recordar las experiencias nos abre al agradecimiento por el misterio de Redención y de Amor que Jesús realizó y realiza continuamente en cada uno de nosotros. 
Es de simple educación ser agradecido por los favores y regalos recibidos, por las atenciones que tuvieron nuestros padres para con nosotros, sus desvelos en momentos de enfermedad, su preocupación cuando no llegábamos a la hora señalada a casa, y cuántas otras cosas podemos recordar. Pero mucho más grande aún es agradecer a Dios, el don de la Vida, el don de la vida de fe, el habernos admitido como miembros de su Pueblo escogido, y más aún de llamarnos hijos suyos como lo hace con su Hijo único Jesucristo; él nos dignifica y nos identifica como hijos muy amados, porque Él así lo quiere.
Quien vive de esta fe en un Dios que es Amor y que no deja de amarnos nunca, es para agradecer toda la vida. Todo, todo, es un regalo, si lo sabemos apreciar como tal. No hay nada en el mundo que pase desapercibido a Dios, Nuestro Señor. Todo lo tiene preparado y querido para nosotros. 
Es un acto sobrenatural el tener un corazón agradecido con el Creador de todas las cosas. Y un simple acto de cortesía y amabilidad ser agradecido con quienes nos rodean.



6.- Compromiso y servicio: es el pulso que tomamos a nuestra vida espiritual, si estamos disponibles y atentos a los necesitados, es que nuestra espiritualidad está dando buenos frutos, y “por los frutos os conocerán”. Una persona que ora y que no se compromete con el servicio desinteresado en su casa, trabajo, misión o Parroquia, no ha profundizado suficientemente en el gesto del lavatorio de los pies que realiza Jesús el Jueves Santo, le queda aún mucho camino por recorrer. Una fe vivida desde la unión con Dios, en el seguimiento de Cristo hecho hombre, necesariamente se compromete en la misión, en nuestro caso, realizada desde el estilo janeriano, “amar y servir a Dios, siempre y en todo”. Sin distinción, sin falsas humildades, con un amor probado en el sacrificio de quien entrega su vida toda al servicio de los demás.



7.- Celebrar la Vida: esta celebración nos lleva a la alabanza, adoración y comunión con el Dios de la Vida, en la liturgia, en los sacramentos, y sobre todo en la adoración interior que nos sitúa e identifica como hijos, en el reconocimiento de que Dios es amado por sobre todas las cosas. Es la fe que percibe la gracia en los gestos más ordinarios de nuestra vida y es la fe la que nos impulsa a celebrar con la esperanza de que un día entraremos al Reino de Dios y celebraremos junto a la asamblea de los cielos, donde quien preside es el mismo Hijo, que es gloria y alabanza perpetua de Dios su Padre, por medio del Espíritu de Amor.

Finalmente nuestra vida se convierte en un cántico de  alabanza que nos transforma por dentro y nos impulsa a celebrar la Vida presente en todas las personas y seres de la creación, porque todo lo creado existe para dar gloria y alabanza a su Creador. ¡A él sea dada toda gloria y honor por los siglos de los siglos!
Esta experiencia nos ayuda a permanecer llenos de gozo y de esperanza que se hace  "alegría espiritual", que nada ni nadie nos puede quitar, hemos entrado en la esfera de lo sagrado y el gozo de sabernos dentro de este ámbito, nos plenifica como creaturas llamadas a la trascendencia, porque hemos sido creados para esto, para vivir con Dios en alabanza eterna de su gloria.


Llegar a estas cumbres de la espiritualidad es un largo camino a recorrer, la Me. Janer, pasó por todas estas experiencias espirituales, incluso por la noche oscura del dolor e indiferencia, pero el estado de serenidad, paz y alegría, la alcanzó porque no se dejó abatir en la búsqueda constante de la presencia y cercanía de Dios en su vida, la cual quería para ella y para todos los que la trataban. Su deseo de aprender a amar como Jesús, marcó su sencillez en el trato, la amabilidad y respeto por todo ser humano hasta ofrecerse ella misma para poder dedicar toda su vida a estar con Dios, alabarlo y servirlo en la caridad para con sus hermanos.
Siempre y en todo "firmes en la fe, edificados en su amor".


"Amarte y servirte
siempre y en todo" 
lema beatificación amj




Himno JMJ Agosto 2011 Madrid

sábado, 9 de julio de 2011

Pinceladas del carisma y espiritualidad janeriana, CONTINUACIÓN...


3.- Contemplación del Verbo encarnado: Jesús, el Verbo encarnado, está presente en medio nuestro bajo apariencias humanas y bajo los signos visibles del Pan y del Vino.   
La Me. Ana María Janer, hace de esta experiencia espiritual y fundamental, la piedra filosofal de su vida, la piedra preciosa que le hace vender todo lo que tiene para a ofrecer este tesoro a los demás, de esta forma ella entra en comunión con el Dios vivo y su plan de salvación.

"El núcleo de la experiencia janeriana es el amor de Dios manifestado en la humanidad y en el proceder misericordioso de Jesucristo a favor de los hombres. Los ojos y el corazón de Ana María Janer contemplan este misterio en la humanidad concreta, palpable y real en las personas que sufren y tienen necesidad a las que ella consagra por entero su vida".    (CEM 1.1)

Contemplar cómo Dios está presente en las personas y cosas, en toda la creación y mirar nuestro mundo como lo está viendo Dios en este momento, es un estilo de vida que nos trasmite la Me. Janer. Descubrir cuáles son las necesidades más urgentes, hacia dónde se dirigiría Jesús, a qué persona le diría, “hoy iré a tu casa”, porque necesitas mi servicio, solidaridad o compañía, es el mismo estilo evangélico que hace propio Ana María Janer
Contemplar no solo es ver las necesidades del mundo y orar por ellas, sino también es actuar, porque el amor es dinámico y creativo. También nos invita a  maravillarnos de las obras hermosas que Dios ha realizado por nosotros: la vida que existe en la naturaleza, en la belleza de una flor, en el perfume de los campos, en la suavidad de la brisa, en la armonía que hay entre los días y las noches, y tantas otras cosas. En siempre y en todo, Dios vive porque “ES” y “ESTÁ”, en un eterno presente.

 
Ejercicio de "contemplación para alcanzar amor" (EE 233)
que realizaba la Me Janer y que año a año 
practican las religiosas de la Sagrada Familia


4.- Mantener la presencia de Dios: la espiritualidad es una relación dinámica, y desde la experiencia con Él nos envía a la misión, a nuestro trabajo, “con Él, por Él y para Él”. Nos pide estar disponibles para amarlo y servirlo. Dios está presente siempre, aunque nos cueste reconocerlo, Él está, es el eterno presente.

Si de verdad queremos vivir una auténtica espiritualidad, tenemos que estar con Él, "en sus cosas". Y de la abundancia del corazón, hablarán nuestros labios.  En la medida en que realicemos este ejercicio de descubrir a Dios en medio nuestro, cada vez lo iremos detectando con mayor facilidad, hasta estar en su presencia como en un estado permanente. 


  
El hecho de saber que Dios nos mira continuamente, no es para juzgarnos o castigarnos, sino que nos cuida e inunda con su amor y gracia para poder hacer frente a todos los peligros de cada día, de las invitaciones a desviarnos del camino verdadero que recibimos de múltiples formas cada día.
Mantener esa presencia de Dios en nuestra vida es un don y una tarea, y como tal, nos pide comenzar de nuevo cada día, hasta que alcancemos este estado de ver y experimentar continuamente a Dios que me mira (y yo lo miro) y realiza todo conmigo.




 Aunque no lo experimentemos siempre sensiblemente, Él está, nos lo narra maravillosamente el poema "Huellas en la arena" de un poeta anónimo.

La Me. Janer aconsejaba, lo que ella practicaba:
"Procuremos guardar la presencia de Dios que en la oración hayamos conseguido" amj

Presencia de Dios, "siempre y en todo"






sábado, 2 de julio de 2011

PINCELADAS DEL CARISMA Y ESPIRITUALIDAD JANERIANA


 

El carisma que Dios otorgó a la Madre Ana María Janer es una fuente de riqueza actual para toda la Iglesia y para la Congregación de Hnas. de la Sagrada Familia de Urgel, que ella ha fundado, para los laicos janerianos de todo el mundo que hoy comparten este don. La Me. Janer experimenta la necesidad de poner de manifiesto la totalidad de ese amor a Jesucristo, fundamento y sentido único de su vida  mediante una consagración total a Dios para más amarlo y servirlo en el prójimo.

"Su oración cotidiana, constante y confiada, se prolonga en el reconocimiento de la presencia de Dios siempre y en todo, de manera que para ella amar a Jesucristo y reconocerlo en el hermano forman una unidad. Jesucristo conocido y amado en la contemplación, es a la vez, conocido, amado y servido en el hermano necesitado". (CEM 2,2)


ESPIRITUALIDAD

Entender la espiritualidad en nuestra sociedad vacía, sin sentido de las cosas trascendentes,  cargada de toda clase de ruidos externos,  en un momento de lejanía de Dios y de indiferencia por lo sagrado, es verdaderamente difícil, es un desafío contra la gravedad. Sin embargo todo ser humano está llamado a realizar esta experiencia única e irrepetible con su Creador y Señor que le devuelve el sentido último de su existencia y lo plenifica como ser humano.

Espiritualidad es: crear un espacio privilegiado de reflexión sobre la propia experiencia de vida hasta el día de hoy, hacer silencio y entrar en contacto con lo sagrado, con el Dios que se comunica con nosotros a través de la vida misma, situarse en el mundo con los ojos de Dios, y descubrir su presencia en todas las cosas creadas. 
Realizar todo por amor a Él y con Él, con auténtica disponibilidad en el servicio desinteresado, humilde, escondido y muchas veces no apreciado. En una palabra es llenar de la presencia de Dios todas las cosas creadas y desde esta visión, respetarlas y dignificarlas. Es entrar en contacto con el Dios de la Vida, que dinamiza, mueve y recrea toda la creación cada día.

ESPIRITUALIDAD JANERIANA

En cuanto que nos marca un modo de estar presente en nuestro mundo, al estilo de Ana María Janer, que pasa haciendo el bien y nos deja un camino sencillo y cargado de significado en el servicio de caridad  “siempre y en todo”.

Un compromiso real y efectivo con el rostro de Cristo encarnado en todo ser humano, intentando en el día a día ayudarlo en su desarrollo integral, de modo que pueda reconstruirse como un hombre nuevo marcado por el Espíritu de Dios que habita en él. Desde el amor heroico, que no hace distinción de personas, que como amor vigilante, está atento a ser la voz de los sin voz para que sus derechos sean respetados y reconocidos.



Jóvenes sin empleo
1.- Esta espiritualidad nos invita a vivir con la mirada en lo alto, pero con los pies bien puestos sobre la tierra, de modo que las injusticias sociales, no nos pueden dejar indiferentes.  La persona espiritual o mística no es aquella que está ajena a la realidad diaria, al contrario, es la que mirando las situaciones de dolor en el mundo entero, las presenta a Dios, ora por sus hermanos, e intenta desde su propia realidad humanizar y divinizar su entorno porque es el espacio sagrado donde Dios se revela constantemente. Detecta las pobrezas, no solo materiales, sino también espirituales, emocionales y culturales.



 Hoy existen muchas personas que se apuntan a lejanas misiones y mientras más exóticas mejor, a veces con un fin altruista y solidario, que no deja de estar bien, pero que muchas veces se olvidan de los que tiene alrededor (en su propia casa, sus vecinos, su barrio, amigos del trabajo, compañeros de estudios, etc…) y lo hacen por satisfacciones personales, pero no por dar gloria a Dios con sus actuaciones. 
La espiritualidad janeriana nos impulsa a tender "al más ignaciano", “¿qué más puedo hacer por ti Señor?” No es conformista, sino que en todo momento y circunstancia intenta dar un sentido evangélico a todas las cosas, desde la transformación de la propia vida, conversión continua, hasta la transformación de toda la humanidad, con el supuesto respeto a todas las confesiones del mundo.

2.- Búsqueda de la voluntad de Dios, ¿dónde la encontramos? Es un continuo ejercicio que realizaba la Me. Janer, buscar, hallar y realizar la voluntad de Dios. Estos tres pasos requieren momentos de silencio, de reflexión, a solas con Él solo.
Es en la oración donde se nos revela la voluntad de Dios, cuando mirando la cruz, meditamos lo que ha hecho Cristo por nosotros y le preguntamos en lo íntimo del corazón: ¿Señor qué quieres que haga yo por ti?

La Palabra de Dios, la lectio divina, nos ayuda a penetrar en la sabiduría del Evangelio y a vivir según nos enseña Jesús. Esta Palabra nos aporta luz, vida y confianza, pues es lo que Dios nos quiso comunicar a través de los profetas y de su Hijo Único, Jesucristo, desde toda la eternidad.


Encontrar el silencio, interior y exterior, nos lo presenta difícil nuestra sociedad que nos ha llenado de toda clase de ruidos, la contaminación acústica la vivimos a diario, desde que nos levantamos hasta que nos dormimos, a veces con el TV encendido o el móvil (celular) que no para de sonar a cualquier hora y en cualquier lugar que nos encontremos. No dejamos espacios para que Dios nos hable y se comunique con nosotros. Nuestro teléfono interior marca siempre ocupado para Dios, y Él no quiere dejar mensajes en el contestador automático, quiere hablar personalmente con nosotros.

Esta comunión con Dios se realiza en el silencio, es su modo de estar y comunicarse con las personas, a Él se le escucha en la quietud, serenidad y paz interior.

 

      (Este video de un jesuita, P. Ignacio Larrañaga, te puede ayudar a realizar un ejercicio de silencio interior, oración y adoración)