martes, 23 de agosto de 2011

PEREGRINOS QUE DEJAN HUELLA

Las experiencias vividas en comunidad bajo la asistencia del Espíritu cambia los corazones de las personas y los orienta hacia el bien de sus hermanos, fortalece la fe y recrea la vida de los fieles que buscan a Cristo. 
Así podríamos resumir los días intensos de un largo peregrinaje por tierras españolas de cientos y miles de jóvenes que venían de todos los rincones del mundo para encontrarse con el Vicario de Cristo, su Santidad Benedicto XVI durante los cálidos días de Agosto. (12-21)
Un Jornada intensa de contenido espiritual: las catequesis con sus Pastores, los Obispos, el sacramento de la reconciliación en un parque público, encuentro de religiosas y seminaristas con el Papa, el rezo del Vía Crucis, adoración en silencio, y la Santa Eucaristía como regalo del Amor de los Amores.
La acogida de miles de personas que vivieron con fe una obra de misericordia: "acoger al peregrino" en sus casas, sin importar raza, lengua, condición social, o edad. Jóvenes venidos de 193 países hicieron eco de la convocatoria de la Iglesia a dar testimonio de sus convicciones.
Bajo el lema "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe", los peregrinos católicos ha dejado huella en toda la geografía española por su seriedad en las celebraciones, su comportamiento y su testimonio de alegría y entusiasmo por un Cristo Vivo y Resucitado, presente en medio de nuestro mundo.

La Madre Ana María Janer, era también ferviente amante de la Iglesia y obediente siempre a la voz de sus Pastores. En sus frases llegó a decir: "nosotras amamos a la Iglesia más que a nuestras propias vidas". De hecho, sus peregrinaciones largas y dificultosas, a lomo de mula, o en carruajes de su época, eran siempre una respuesta al servicio de caridad, la encontramos, visitando pueblos perdidos en la montaña, para fundar una escuela para niños, dirigiéndose a la Seo de Urgel, para desempeñarse como enfermera, o bien, en su exilio obligado hacia Francia, o en campos de batalla, con una fe profunda y serena de quien ha puesto toda su vida al servicio de quien no falla, Jesús, y por la única persona que vale la pena arriesgar la propia vida en bien de la humanidad.

Benedicto XVI invitó a los jóvenes a responder a Jesucristo con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven, y a no avergonzarse de su fe en Cristo.

La Madre Ana María Janer en varias ocasiones aconsejaba a sus jóvenes: 
"Estudiad y meditad la vida de Jesucristo, toda ella es enseñanza para vosotras"; ella sabía por experiencia propia, que Él era el centro de su existencia, a quien adoraba en silencio y la razón de su entrega generosa a los demás.


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