martes, 8 de marzo de 2011

ANA MARIA JANER PEREGRINA

(Cfr POSITIO Vol 1, pag. XCIII)

El sentido filial de Iglesia  de la madre Janer se alimentaba de su esperanza puesta solo en Dios. La sierva de Dios participaba así de las exigencias más profundas de la catolicidad de la Iglesia: su respuesta vocacional, de consagración a Dios en el servicio de caridad a los más necesitados en las circunstancias extremas, la sitúa en la frontera de un PEREGRINAR hacia aquel Reino perfecto que Cristo dará al final de los tiempos.

HISTORIA DE UN PEREGRINAR

Si hacemos memoria sobre la vida de la Madre Ana María Janer nos encontramos con los "hechos de su historia", que marcan su peregrinar en el seguimiento de Cristo. Su vida transparenta siempre que Jesucristo es su Ideal de Vida y la Razón de su entrega a los demás. Nos detenemos en los momentos más intensos de ese peregrinar:

(1819 -1836 y 1844-1849) La madre Janer peregrinará con los pobres enfermos del hospital de Cervera por la senda del dolor para ser portadora del consuelo que el Señor promete a todos sus hijos (cfr. Mt 5, 5) "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados"
                         

 (1837-1840) La Sierva de Dios peregrinará con los heridos de la primera guerra carlista de uno y otro bando -carlistas y liberales- por los caminos de la violencia y del odio para ser portadora de la reconciliación que el Señor promete a todos sus hijos. (Rom.5,11) "Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación"

(1840-1844) La madre Janer peregrinará con los exiliados españoles en Francia, acabada la primera guerra carlista, por la senda del cansancio y del desánimo para ser portadora del reposo que el Señor promete a todos sus hijos (Mt 11, 28-30).   "Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera"

(1849 -1859) La Sierva de Dios peregrinará con los huérfanos de la Casa de Misericordia de Cervera por el camino del abandono para ser portadora de la compasión que el Señor promete a todos sus hijos. (Mt.10,36) "y enemigos de cada cual serán los que conviven con él"

(1859-1872) La madre Janer peregrinará con los enfermos y las niñas hambrientas de educación y religiosidad por los caminos de las diócesis de Urgell, de Solsona y de Barcelona para ser portadora de la dignidad que el Señor promete a todos sus hijos.
(Lc 9, 48) "y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor"


(1872-1879) La Sierva de Dios caminará sola por las sendas de la incomprensión y de postergación será portadora del amor sin medida que Dios tiene para con todos sus hijos. (1Jn.4,19) " Nosotros amemos, porque él nos amó primero"

(1876-1880) La madre Janer peregrinará con los asilados de San Andrés de Palomar por la senda de la marginación para ser portadora de la misericordia que el Señor promete a todos sus hijos. (Lc 6, 36-38) "Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá"

(1880-1885) La Sierva de Dios peregrinará con sus hermanas e hijas por los caminos de la reconstrucción y del perdón para ser portadora de la comunión a la que Dios llama a todos sus hijos en Cristo Jesús. (1Co 1, 9). "Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo, Señor nuestro".
 Así pues, el corazón universal de la madre Janer late en sintonía con los latidos del crucificado descubierto en el rostro de cada enfermo, de cada pobre, de cada niño, de cada anciano, de cada herido, de cada exiliado, de cada hermana. De manera que su esperanza abraza, con toda su amplitud (Rm 8, 19-27), el diseño de Dios y responde "con amor" (2Tim 4, 8) al amor del Señor.




Madre Carmen Surroca, autora de la prime
ra Reseña histórica del instituto (1910), expresaba el convencimiento de que la Sierva de Dios alcanzó la herencia prometida por el Señor a los que se fían totalmente de Él: "Dios N. S., justísimo en galardonar a los que por su amor trabajan, habrá largamente remunerado a la que, teniendo El hambre y sed y desnudez y tristeza, con tan inagotable caridad y abnegación le sació y vistió y consoló por tan largos años, en la persona del pobre y afligido, ya que fue ésta la misión a que más se dedicó durante su vida y quizá la más predilecta de su corazón bondadoso y compasivo" (C. SURROCA, Reseña histórica del Instituto de la Sagrada Familia, pp. 33-34).

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