miércoles, 13 de abril de 2011

LA VOCACIÓN DE UNA MUJER: CREYENTE Y SOLIDARIA

En el plan de Dios todo hombre está llamado a un desarrollo, porque toda vida es vocación. Desde el nacimiento ha sido dado a todos, en germen, un conjunto de aptitudes y cualidades, que deben ser desarrolladas y dar fruto: su pleno desarrollo, fruto al mismo tiempo de la educación recibida, del ambiente y del esfuerzo personal, permitirá a cada uno orientarse hacia el destino que le ha sido propuesto por el Creador.


Todos los hombres son llamados a la participación divina, son llamados a una vocación cristiana.

La Vocación es Llamada, Don y Respuesta Libre. Tiene una estructura dialogal. Tiene como protagonistas a Dios y al hombre. Es iniciativa del amor gratuito de Dios y es respuesta libre del hombre.

No hay oposición entre vocación y proyecto vital, sino que son las caras, divina y humana, de una misma realidad psicológica profundamente humana. Hablar de diálogo entre Dios y el hombre supone plantearse el problema de la mediaciones concretas, de los signos a través de los cuales se nos comunica la llamada divina.

 
Hospital de Castelltort

Ana María Janer, (1800-1885) recibe este don de Dios que la encamina hacia la vida consagrada y responde con prontitud a esa llamada divina, pide su admisión en el Hospital de Castelltort de Cervera, (1819) como una hermana más. Lugar ya conocido y amado por ella, pues es allí que durante su adolescencia realizó un servicio de solidaridad hacia los enfermos y ancianos de aquel centro. A partir de este momento tan importante, su solidaridad tomará reflejos de la más fina y heroica caridad que marcará su misión y entrega durante toda su vida.

"No seré del mundo, mis fuerzas,
mi bienestar, mi vida toda, entregaré
al servicio de mi Dios en la persona
de los enfermos, los ancianos
y los niños"
(Proyecto de vida Ana Mª Janer)